En estos tiempos que corren, en los que eres demasiado joven para jubilarte a los 63 años y demasiado viejo para ser contratado a los 55 años, ¿alguien se ha parado a pensar cuánto vale el disco duro de un trabajador maduro?
¿Alguien ha pensado en su productividad?
Vaya por delante que, cuando me dirijo a un trabajador, me refiero a un hombre y también a una mujer, pues a mis más de 52 años, repetir y diferenciar con los nuevos lenguajes inclusivos, a mí me cuesta, seguramente porque vengo de una generación a la que enseñaron a optimizar el tiempo en el trabajo para que diera sus frutos.
A lo largo de mi vida y larga experiencia profesional me ha tocado lidiar con todo tipo de personas mayores en puestos de trabajo relevantes. Este artículo parte por el recuerdo a un señor que conocí en Sevilla, venía de la Dirección Comercial de una gran empresa cárnica, y le fichó un empresario Almeriense para expandir su empresa en la provincia de Sevilla, y este señor en meses, sin un departamento de Recursos Humanos, sin los avances de la digitalización, sin muchos de los soportes o herramientas que existen hoy, creó, lideró y llevo al éxito a esta empresa durante unos años.
Esta historia, la vi repetida en distintas fábricas, en distintos puestos y en distintos rincones de España, cuanto más familiar era la empresa, más valor daban a “Las arrugas de la experiencia”.
En estos 34 años de vida laboral me he encontrado a la Administrativa que hacía de Jefe de Logística durante las primeras horas de la tarde para elaborar las rutas de envío del día siguiente, y que tras hacerlo, volvía a sus quehaceres de administrativa hasta la hora de salida.
También vi como un conductor mayor, que empezaba a tener problemas de visión y se quedaba trabajando en la central, donde supuestamente se iba ocupar de limpieza y movimiento interno de los vehículos en el garaje, y que acabó siendo el DETECTOR MAS FIABLE de averías de los vehículos, porque su horas de trabajo, le habían dado un conocimiento de los vehículos que a menudo conducía, que le valían para detectar esos posibles cambios o deterioros del mismo.
También me crucé hace años con capitán de puerto jubilado, reenganchado como asesor a media jornada, porque su conocimiento del puerto, sus maquinarias y sus situaciones le hacían ser el Vademecum del Puerto.
Así uno a uno, os podría describir decenas de personas que me han sorprendido laboralmente a lo largo de mi vida, y que me han llevado a denominar un nuevo termino laboral, un término inclusivo, un término respetuoso y un término Productivo, el término “Personas Mayores Experimentadas”.
Son personas que si ves la foto, o detectas su edad, automáticamente deshechas su curriculum, sin valorar las horas de vuelo que tiene, la de problemas que ha solucionado o ha visto solucionar, la capacidad de reacción que tienen, porque vienen de una generación DONDE HABIA QUE FABRICARSE LAS SOLUCIONES, donde no existía una herramienta digital para todo, y donde el instinto por aprender el funcionamiento de la empresa y acumular soluciones a los distintos problemas que se nos diesen eran el mayor interés de este tipo de trabajadores.
Estas Personas Mayores Experimentadas, son de carne y hueso, y a lo mejor no son tan rápidas delante de un ordenador, ni tienen conocimientos vanguardistas de los negocios actuales, pero tienen el poso de los años, la acumulación de soluciones en su mente y la capacidad para ayudar en todo.
Me gustaría alentar a contratar a una Persona Mayor Experimentada en su empresa, SI, ¿Por qué no?, dense una oportunidad, cuéntele los problemas que ha tenido su empresa a lo largo de sus últimos años, espere que le dé una respuesta, una solución y decida si la implementa o no en su empresa. Si decide hacerlo, valore los resultados y si estos son óptimos cuénteselo a un empresario amigo, igual estamos creando una cadena de favores altamente productiva.
Juan Ortega Sánchez
Avanzaempleo